¡Ay!, cuántas cosas perdidas
que no se perdieron nunca.
Todas las guardabas tú
Menudos granos de tiempo,
que un día se llevó el aire.
Alfabetos de la espuma,
que un día se llevó el mar.
Yo por perdidos los daba.
Y por perdidas las nubes
que yo quise sujetar
en el cielo
clavándolas con miradas.
Y las alegrías altas
del querer, y las angustias
de estar aún queriendo poco
y las ansias
de querer, quererte, más.
Todo por perdido, todo
en el haber sido antes,
en el no ser nunca ya.
Y entonces viniste tú
de lo oscuro, iluminada
de joven paciencia honda,
ligera, sin que pesara
sobre tu cintura fina,
sobre tus hombros desnudos,
del pasado que traías
tú, tan joven, para mí.
Cuándo te miré a los besos
vírgenes que tú me diste,
los tiempos y las espumas,
las nubes y los amores
que perdí estaban salvados.
Si de mí se escaparon ,
no fue para ir a morirse
en la nada.
En ti seguían viviendo.
Lo que yo llamaba olvido
eras tú.
Poema sin nombre de "La voz a ti debida" de Pedro Salinas
Cuando yo la "conocí", yo pasaba por un corto y artificioso momento de mi corta vida en el cual no era capaz de admitir esperanza alguna. Lo que yo llamaba olvido era ella. Ella sigue sigue siendo el olvido.
Jamás he dicho su nombre, jamás lo diré.
O si... tal vez solo deban estar atentos.
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