lunes, 27 de julio de 2015

Dos poemas -intentos-

Ayer a la noche, después de haber leído apasionadamente a Vicente Aleixandre, del cual pondré un poema, para recompensar mi mediocridad poética, me sentí inspirado y escribí dos poemas, o dos intentos de poemas, los cuales transcribiré:

1.
Silencio, pájaro que vuela y no bate alas.
Silencio, siempre atrás de todo, como la
nada, que de tan absoluto eres la armonía
pasada siempre presente y el futuro seguro.

Silencio, aquello que se anhela como 
el alma: que de tan puro solo es capaz
de ser pensado.

Silencio: como la nada, idea humana
sin error, ¡dicha la nuestra de saberte¡
desgracia nuestra de no sentirte...

2.
Somos, bullimos, hervimos,vivimos
por molestias,
aquello que la nada a 
calentado y bullido
en los tiempos remotos de la negrura
del atrás del todo.
Morbo de estas cadenas sangrientas,
y estos puros hierros que nos colocan.
Siempre hay un coro cuando algo nos amenaza
y acosa a nuestras telas.

El resto de las división perfecta
entre la nada que debía ser todo,
que viene a molestar al silencio.
Aquello por lo que el tiempo corre: sucede:
NOS QUIERE ELIMINAR

Me es molesto decir que son poemas. Digamos que son textos separados en versos.
Ahora dejo el poema de uno de los grandes:

LA LUZ 

El mar, la tierra, el cielo, el fuego, el viento, 
el mundo permanente en que vivimos, 
los astros remotísimos que casi nos suplican, 
que casi a veces son una mano que acaricia los ojos. 

Esa llegada de la luz que descansa en la frente. 
¿De dónde llegas, de dónde vienes, amorosa forma que 
siento respirar, 
que siento como un pecho que encerrara una música, 
que siento como el rumor de unas arpas angélicas, 
ya casi cristalinas como el rumor de los mundos? 

¿De dónde vienes, celeste túnica que con forma de rayo 
luminoso 
acaricias una frente que vive y sufre, que ama como lo vivo?; 
¿de dónde tú, que tan pronto pareces el recuerdo de un fuego 
ardiente como el hierro que señala, 
como te aplacas sobre la cansada existencia de una cabeza 
que te comprende? 

Tu roce sin gemido tu sonriente llegada como unos labios 
de arriba, 
el murmurar de tu secreto en el oído que espera, 
lastima o hace soñar como la pronunciación de un nombre 
que sólo pueden decir unos labios que brillan. 

Contemplando ahora mismo estos tiernos animalitos que 
giran por tierra alrededor, 
bañados por tu presencia o escala silenciosa, 
revelados a su existencia, guardados por la mudez 
en la que sólo se oye el batir de las sangres. 

Mirando esta nuestra propia piel, nuestro cuerpo visible 
porque tú lo revelas, luz que ignoro quién te envía, 
luz que llegas todavía como dicha por unos labios, 
con la forma de unos dientes o de un beso suplicado, 
con todavía el calor de una piel que nos ama. 

Dime, dime quién es, quién me llama, quién me dice, 
quién clama, 
dime qué es este envío remotísimo que suplica, 
qué llanto a veces escucho cuando eres sólo una lágrima. 
Oh tú, celeste luz temblorosa o deseo, 
fervorosa esperanza de un pecho que no se extingue, 
de un pecho que se lamenta como dos brazos largos 
capaces de enlazar una cintura en la tierra. 

¡Ay amorosa cadencia de los mundos remotos, 
de los amantes que nunca dicen sus sufrimientos, 
de los cuerpos que existen, de las almas que existen, 
de los cielos infinitos que nos llegan con un silencio! 
Vicente Aleixandre: La Destrucción o el Amor - Parte III: Elegías y poemas elegíacos.  

Bueno, me despido, un saludo.

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