jueves, 13 de agosto de 2015

Las barreras del conocimiento

No pocos filósofos se han preocupado del conocimiento humano. La epistemología es una rama de la filosofía que sigue vigente, y los más reconocidos filósofos han reflexionado en base a ella, lo hizo Kant en su Critica a la razón pura... pero no estamos aquí para hablar de Immanuel, ni mucho menos, no soy tan aburrido.
El 10 de agosto leí un tuit el cual conmemoraba el día en que fue publicado "Poemas humanos", al parecer, una de las grandes obras de la poesía hispánica y universal, cuyo escritor es el gran Cesar Vallejo. Yo, en mi interés sumo por la poesía, me dispuse a intentar otra vez con dicho poemario, ya que en su momento lo intenté: había conocido a Vallejo navegando por Internet y fui a buscarlo a la biblioteca de mi colegio, donde, por suerte, había un tomo de Vallejo: Poemas humanos. Este intento fue efectuado el 12 de agosto, y fue un intento totalmente fallido. En los 20 minutos que me pasé leyendo los poemas de Cesar no "pillé" una, no me dejaba respirar, no vi un verso perfectamente comprensible... y esto es algo que jamás me había sucedido con ningún otro poeta: incluso Aleixandre en su desconcertante surrealismo te deja tomar aliento. No conseguía encontrar relación alguna entre las palabras, y menos entre los nombres de los poemas y el poema mismo... algo realmente perturbador. Se me ocurrió la hipótesis de que este buen hombre estaba profundamente influido por Gongora, la cual descarté, ya que barroquismos pocos, también se me ocurrió que en realidad no tenia sentido nada, cosa que también descarte: estaba muy lejos de Artaud, finalmente llegué a la brillante conclusión que sencillamente no estaba preparado. No fue muy grande mi sorpresa cuando, al buscar "análisis y comprensión de Cesar Vallejo" me encontrara con análisis tan complejos como rebuscados, los cuales me demostraban que determinada poesía sencillamente es para el estudio y, me dejaran un vacío profundo. Pensar que jamás podría entender a Vallejo me cuajó de angustia.
El humano está aplacado en pensamiento de la indiferencia: vive en la constante calma de la aparente innecesidad y eso es terrible. El mundo nos vive recordando aquello que no sabemos... no somos médicos porque somos abogados, y no somos matemáticos porque somos músicos... la vida social se detiene ante determinado desconocimiento, pero a uno sencillamente no puede reconocer un ápice de todo el conocimiento humano: luego de ello, esta bien quedarse ahí. Y repito: eso es terrible. Todo se mide por el conocimiento en determinados campos, y a medida que sucede el tiempo más inalcanzable se le hace a la persona el conocimiento todo. ¿Y para que quiero yo todo el conocimiento? y es que las barreras que se te imponen ante cualquier campo en el que quieras ahondar son magnánimas y abrumadoras.
Cuando leo filosofía -o intento-, siento delante mio una barrera que me impide tener real conocimiento de aquello que estoy leyendo, e imagino y añoro un conocimiento muy lejano, el cual solo se puede obtener caminando, despacio, y con cuidado.
Culturalmente sabemos dar pasos ignorando hartas cosas, y saltos de un camino a otro. La excusa es la muerte: el conocimiento por ahora también tiene un final. Y el alma, que ella no se desgasta, no puede y no sabe decir basta: el germen de eternidad que es ella misma no comprende nuestro aplacamiento. Tal vez lo único que nos hace menos humanos es ser hombres. Tal vez el alma si que muere porque toda la vida es una constante lucha contra la bestia.
No quiero dar pasos, quiero saltar.

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