lunes, 23 de noviembre de 2015

En un lugar al que me han llevado o me han dejado

Cuando dijiste adiós te vi acompañando a Caronte. Y he de decir que lo que más me ha sorprendido de este lugar es lo poco que se parece a lo que nos hemos imaginado. No hay fuego, ni calor, yo solo veo ausencia.
Yo aún te busco entre grandes llamas de ausencia. A veces nuestras miradas se cruzan y en tu mirada se ve un sufrimiento -yo no estoy en el-, yo intento sonreírte pero tu me respondes con asco y desprecio y yo deseo con egoísmo que sientas mi amor y tu ausencia sabiendo que es mi dolor. Pero no creas que siempre te busco, no. Yo en realidad estoy aquí muerto, resignado -¿existe esperanza en una muerte?-, esperando ver tu mirada ya muerta, unos zafiros sueltos.
Yo no te quiero: yo te requiero. Y espero que no sean unos ojos lo que vea, sino unas largas manos que me saquen a la vida, porque quererte y que me correspondas sería que estuvieras aquí, a mi lado, abajo.
Estoy cerca del olvido, en el silencio. En el lugar que dejas tu cuando te vas. Y me he dado cuenta que yo no te he perdido. No, no te he perdido: yo te he encontrado lejos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario