viernes, 27 de noviembre de 2015

De donde voy

En estos dos últimos años he dedicado a la lectura de poesía una gran cuota de tiempo. Yo en mi vida siempre había dicho que me gustaba leer, cuando empecé a leer de verdad me di cuenta que era una persona muy mentirosa. Yo creo que empecé a leer porque me di cuenta de lo que podía llegar a significar, lo que podía llegar a albergar. Siempre tenía en mi cabeza la idea de la tristeza y la amargura, y empecé a leer con la idea de encontrar escritores que me supieran acompañar. Tuve suerte.
La lectura de poesía llegó meses más tarde. Al principio me concentré en leer novelas: leí rápidamente novelas de Hesse, de Dostoievsky y de Balzac... y recordando con nostalgia los tiempos en los que escribía poesía para mi amada caí en la cuenta de que yo había leído muy poca poesía en mi vida, y que ese era un buen momento para comenzar a hacerlo. Fuí a la biblioteca de mi escuela y saqué "Libro de poemas" de Federico García Lorca. Que desdicha al darme cuenta todo lo que había ignorado los quince años que pensaban en mi espalda... que dicha haberme topado con la maravillosa y triste mirada de los ojos de un Federico joven, de un Federico adolescente. Pasé fugazmente por poetas de cósmica talla, los cuales he nombrado repetidas veces, pero cabe señalar la lectura de Jorge Guillén y de Vicente Aleixandre, los cuales me abrieron un amplio panorama en el lenguaje que se puede emplear en un poema.
Siempre he sido una persona con gran interés por tener idea de las cosas y rápidamente me hice con nombres de muchos poetas, de muchas corrientes, de épocas y de conceptos poéticos. Quedé especialmente embelesado por el Surrealismo y la Poesía pura, así como por el hermetismo de Lezama Lima, César Vallejo y Góngora. Últimamente me topé con la generación de los novísimos, y estos me abrieron un panorama de lo que se puede decir en un poema, de las temáticas, pero sobretodo me expandió el panorama de las palabras que se pueden decir en un poema. He aquí un ejemplo de Leopoldo María Panero:

Sueño de una noche de verano

Los hombres del Viet son tan hermosos cuando mueren.
El agua del río, lamiendo sus piernas, hacía más sexual
su ruina.
               Luego vinieron las Grandes Lluvias, buscando
la vagina hambrienta de la selva, y todo lo
                                                                         borraron.

Quedó sólo en los labios la sed e la batalla, para nada,
como baba que cae de la boca sin cerebro.
                                                                          Hoy
que en el lecho sin árboles ni hojas
con tu lengua deshojas el árbol de mi sexo
y cae toda la noche el semen como lluvia
y cae toda la noche el semen como lluvia, dime
besando suavemente el túnel de mi ano
cueva de la anaconda que aún me marca
los ritmos de la vida, qué era, qué es
qué es un cadáver.

El uso de la palabra "semen", "ano"... me trastornó mucho. Lo encontré atrevido, asqueroso, tal vez profanador de la poesía. Lo que me sorprendió es que al leer mis poemas me haya topado con que tenían palabras que no eran de las que "aceptaba". Leer poesía con conciencia de que es una poesía ya hecha y ya desarrollada te da la oportunidad mental de optar por algo nuevo, intentado evitar la influencia directa y el parecido impulsivo.
Sin duda lo realmente revolucionario de la poesía en la temática. La poesía se revoluciona a medida que el mundo se desarrolla. Ahora yo podría escribir un poema acerca de computadoras e Internet, como en su momento pudieron los Novísimos escribir acerca de películas. Pero pensando he querido ser un tanto más personal en ese aspecto.

No quiero una poesía hermética, quiero una poesía me venga de donde yo voy.

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